De la orfandad a la vida militar

Mauro Nazareno llegó de Esmeraldas a Quito a una temprana edad tras haber perdido a su madre. Ahora es chofer profesional especializado en las Fuerzas Armadas del Ecuador. 

“Siempre uno como niño extraña a su mamá… yo sufría pero tenía todo ahí, menos el cariño de una madre”, comenta Mauro Nazareno con mucha nostalgia en sus ojos. A sus 7 años, el esmeraldeño (nació en el cantón Quinindé, de la provincia de Esmeraldas perdió a su madre y se mudó a Quito con sus tías quienes le ofrecieron educación y estadía.

Sin embargo, Don Nazareno, como le conocen, tenía que cumplir con diferentes labores en el hogar que le impedían llevar la vida normal de un niño de su edad. “Si quería ir a jugar fútbol, tenía que dejar encerada la casa, lavar los platos…comprar el pan”, expresa.  

Su padre hizo otra familia, por eso enfrentó solo la pérdida de su madre y a sus 18 años decidió independizarse. Con valentía y deseo de superación, tomó rumbo al cuartel en Machala para obtener su libreta militar. Luego se inscribió en el Sindicato de Choferes Profesionales donde estudiaba de 19:00 a 23:00 por dos años para adquirir su licencia de chofer profesional. 

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Si uno es de carácter fuerte y siente la necesidad puede salir adelante”

Mauro Nazareno junto a sus familiares.

A sus 20 años, Mauro regresó a la capital donde trabajó de cajero por un tiempo hasta que su primo le ofreció entrar a las Fuerzas Armadas del Ecuador (FF. AA.) como empleado civil. De sus 58 años de vida, 32 ha ejercido labores significativas como conductor profesional especializado en la protección de personas importantes como el comandante general de la Fuerza Naval y el jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas.

Mauro Nazareno practicando la pesca.

“Eso ninguno de los servidores públicos de la Armada como civiles han llegado allá…Yo tengo ese orgullo de haber llegado tan lejos”, dice Mauro. Su jefe actual, Fidel Erazo, capitán de navío y secretario general de la Armada, manifiesta el lujo que es trabajar con él al ser una persona muy íntegra y confiable que le permite tener un mejor desempeño laboral.

Su éxito nunca puso en segundo plano sus valores y apreciación por la familia. El esmeraldeño recalca la importancia de estar ahí para sus hermanos que, a pesar de haber sido separados tras la muerte de su madre, siempre mantuvieron el contacto y la ayuda por el otro.. Una de sus mayores lecciones hacia ellos es “si uno es de carácter fuerte y siente la necesidad puede salir adelante”. Tiempo después Mauro construyó su propia familia, se casó a los 27 años y tiene 3 hijos actualmente.

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Colaboración: Adhara Erazo, estudiante de la Universidad San Francisco de Quito.