Membresia Relatos

Julio Micolta Cuero: el poeta creador El Tapao

El esmeraldeño tiene cerca de 5.000 composiciones poéticas. Es defensor de la naturaleza y progresista.

No es común imaginar a un poeta con una piedra en la mano. La palabra suele ser su única arma. Pero Julio Micolta Cuero, antes de ser reconocido como el creador de El Tapao, también fue protagonista de revueltas estudiantiles. Corría 1976, Ecuador vivía en dictadura y en Esmeraldas la pobreza apretaba más que ahora.

Micolta, entonces estudiante, salió a las calles con un grupo de jóvenes a exigir atención. Entre consignas y piedras lograron cosas concretas, como autobombas para la ciudad de Esmeraldas. También le costó caro: fue expulsado del colegio por 3 años y debió terminar sus estudios fuera de Esmeraldas. Hoy lo recuerda entre risas, pero entonces fue un golpe duro.

Ya desde esos años lo acompañaba el “bichito” de la poesía. Su consigna de protesta fue: Cinco minutos les vamos a dar, si no salen pronto las piedras lloverán, recuerda la frase. Lo hace mientras con su mano izquierda toca su pecho con ese orgullo de quien ha creado algo inmortal.

Julio Micolta Cuero, en una presentación poética en la Casa de la Cultura de Esmeraldas.
Membresia Relatos

La verdadera huella del esmeraldeño nacido en las calles 6 de diciembre entre 9 de Octubre y 10 de Agosto, en la ciudad de Esmeraldas, en la época del boom bananero, está entre sus cerca de cinco mil poemas, décimas y cuentos, y sobre todo El Tapao. El poema que lo llevó a escenarios de Venezuela, Colombia, Perú, Cuba, Guatemala y varios del Ecuador

“Llegó un momento en el que le tenía un miedo terrible al el tapao. Porque no me gustaba que me lo pusieran de apodo”, confiesa. Luego entendió que el poema dejó de ser solo eso, sino que se convirtió en una forma identitaria del pueblo afro, especialmente de los esmeraldeños.

Le invitamos a mirar el vídeo de Julio Micolta

Así nació El Tapao

El origen del tema El Tapao es anecdótico. Diógenes Cuero (+), en 1996 usando la base de un tanque industrial de la Refinería de Esmeraldas, 120 racimos de plátano verde, una tonelada de pescado y especias de la gastronomía esmeraldeña, preparó, en unión de la comunidad el Tapao más grande el mundo. Diógenes invitó a Julio para que declamara Pese a que se lo había dicho con meses de anticipación, fue justo el día de la cocción, cuando Micolta escribió el poema, confirmando su dote de repentista.

En esa mañana de 96 decidió no manejar su auto. Se subió a un bus de servicio urbano para ‘ganar’ tiempo y redactar el poema y sorprender a su amigo. Y lo hizo. El poema de siete décimas encantó a los asistentes, en especial al también poeta José Sosa Castillo. Él le pidió una copia del texto para que su esposa, la gestora cultural, Vita Quiñónez, lo leyera y expresara su opinión. Ella lo leyó. Luego propuso el cambio que le dio un ‘condumio’ al poema donde se juntan especias como el chirarán, chiyangua, albahaca y orégano.

Ella, dijo que a ese Tapao le faltaba la Guaña, pescado apetecido en el cantón Quinindé de la provincia de Esmeraldas. Con esa recomendación, Julio reescribió el poema y ahora tiene ocho décimas. Desde entonces, cuando lo declama, lo hace con ese gesto sonoro de quien chupa la médula de un hueso.

Julio Micolta Cuero, ha recorrido diferentes escenarios del mundo.

Cerca de los grandes

Membresia Relatos
Entre los recuerdos de Julio Micolta está una fotografía con Nelson Estupiñán Bass.

Su trayectoria lo ha llevado a compartir con figuras históricas como Nelson Estupiñán Bass (+), autor de Cuando los guayacanes florecían. En su oficina reposan fotografías con amigos de ese nivel. Placas y reconocimientos que testimonian décadas de aportes a la cultura.

Pero más allá de los premios como la presea ‘Vicente Rocafuerte’ que otorga la Asamblea Nacional del Ecuador, Micolta disfruta de lo cotidiano: conversar con los vecinos, reír con los niños que le piden fotos, improvisar décimas en cualquier esquina. “He sido poeta toda la vida”, dice, y su carcajada confirma que lo suyo es tan natural como respirar.

También se confiesa ser defensor de la naturaleza. Dice que no se imagina una vida sin la poesía. Asegura que es feliz e incluso más que cuando tenía un sueldo fijo como Juez de la Niñez y la Adolescencia. Lo dice porque anda libre, camina sin prisa, viaja, visita un bar, a sus amigos, hijos, colegas e incluso hasta se ofrece de voluntario para ser jurado en concursos de poesía.

“Soy un hombre feliz”, resume su vida, el hijo de los rioverdeños: Julio Micolta Tenorio y Enriqueta Cuero Cetre. El poeta ahora es parte del grupo de la Memoria viva de Esmeraldas que impulsa Relatos Esmeraldeños, para que la comunidad siga el legado de cultural de hombres y mujeres que en vida están dando lo mejor. “Todo hay que hacer ahora…todo”, aconseja Julio Micolta Cuero, el creador de El Tapao esmeraldeño creado en 1996 desde el asiento de bus en la ciudad de Esmeraldas.

Petita Palma, es de las referente de la cultura esmeraldeña y amiga de Julio Micolta.

Su primer cuento fue Los hechizos de Manuela. Con ese texto participó en la séptima Bienal del cuento ecuatoriano ‘Pablo Palacios’ que al final se hizo un libro de los mejores cuentos del Ecuador.

¿Qué es Memoria Viva?

Es un trabajo periodístico que documenta y difunde la riqueza cultural de Esmeraldas a través de tres ejes: ancestralidad (marimba, arrullos, partería y rituales), saberes y sabores (gastronomía, medicina tradicional, uso del territorio) e historia (biografías de personajes y guardianes culturales). Se busca preservar en vida a quienes mantienen vivas estas tradiciones del pueblo afroecuatoriano, mediante entrevistas, fotografías, videos y redacción periodística, dejando un legado digital abierto al mundo.

Poema El Tapao
El plato fuerte del día, la comida favorita, de suculencia exquisita, de los negros la ambrosía.
Se mezcla con poesía hirviendo a todo vapor, suelta su aroma y sabor provocando en el olfato un gusto que vuela alto alegrando el comedor.
A chillangua y a pescao huele el aire del ambiente, agua surumba caliente tiene al pueblo alborotao.
Van a servir el tapao con plátano y condimento, vuela verso a flor del viento como una boca que zumba porque se prende la rumba aprobando este alimento.
Oreganón y cebolla con el propio chirarán le agregan con mucho afán al bunde sobre la olla.
El rito se desarrolla con el punto de la sal, se arma todo un festival a la hora de comer, el tapao llega a ser un menú sensacional.
Negros y blancos lo comen por ser un plato sabroso.
Jo saborean con gozo y buena fama le ponen
Tapao caldudo tomen para olvidar las tristezas, v sientan la fortaleza que en la risa les aflora con la cherna y la albacora Ja mesa es grata sorpresa.
Sí uno se va a Quinindé y en sus dos ríos se baña se encontrará con la guaña sedentaria sin ¡presprés!
Te la llevas de una vez. directamente a tu casa, pones la olla en la brasa a hervir con el verde hecho, después vibrará tu pecho cuando chupes la coraza.
El tapao es de la raza negra su gran invención para la alimentación de toda una inmensa masa.
Pargo blanco, pargo rojo, canchimala y sabaleta saturan la peroleta, soliviantan el antojo.
Mientras está en remojo la carne seca esperando el pueblo esta masticando el encanto de la mar que satura el paladar con lo que está degustando.
En la frente y en la espalda hay un sudor afiebrado, lo mismo por los costados se nos moja hasta la falda.
El tapao de Esmeraldas es sustancioso y muy rico, con el verde dominico, con guineo y con hartón, se impone sobre el fogón alegrando a todo pico.

Le podría interesar conocer la vida de las mujeres hechas de coco.