La Tunda, mitología que perdura con el tiempo

Es uno de los personajes de los mitos y leyendas de la Costa de Esmeraldas, Ecuador.

Sigue portándote mal y la tunda te va cogé. Esa frase es recordada por muchos esmeraldeños de más de 50 años de edad. Así era como se le generaba miedo a los niños groseros, rebeldes y mal educados con las personas mayores.

Algunos creen que solo se hablaba de la tunda en los campos y que luego se extendió a la ciudad. La historia de mitos y leyendas ha sido plasmada por escritores esmeraldeños en diferentes libros a manera de cuentos, de poesía y de películas.

Según la leyenda. Se trataba de una mujer, maloliente con los pies deformes. Su pie derecho era como la de un bebé y el izquierdo muy parecido a un molinillo, o a la raíz de un árbol. Sus extremidades inferiores las ocultaba con el traje largo que usaba.

Se asemeja a un familiar

Su rostro era igual a la del padre, madre o de algún familiar de sus víctimas. Con ese engaño la seguían al monte para ella cumplir su cometido. Se los llevaba a las entrañas de la montaña y entundaba a los moritos, que eran los niños sin bautizar; a los niños groseros, hombres y mujeres infieles cubiertos de maldad. 

Ya en los confines de la montaña los alimentaba con camarones asados. Sobre el rostro de sus cautivos echaba gases pestilentes que salían de su estómago, así los manejaba a su antojo. A los ‘entundados’ solo se los rescataba con grandes jornadas de rezos. Era importante la participación de los padres, del cura del pueblo, de los amigos, vecinos y familiares.

Todos oraban y cantaban los arrullos al ritmo del bombo, el cununo y el guasá. Además, con la quema de la pólvora, más los disparos con las escopetas, ahuyentaban a la Tunda y los entundados eran rescatados luego eran sometidos a una limpia con sahumerios y agua bendita.

Las actrices que protagonizaron escenas sobre la tunda. Foto: Julio Garcés.

La tundis

La leyenda de la Tunda ha sido contada de generación en generación. Julio Garcés, es reportero y productor de Esmeraldas. Él también conoció en su niñez la leyenda de la tunda y en el año 2010 quiso darle vida a este personaje mitológico desde su origen a través de un filme.

Recuerda que previo a la filmación buscó el origen de la tunda a través de los escritores y cultores esmeraldeños, pero al no existir, él y su equipo lo crearon con la ficción.

Según la película, la tunda tiene su origen en el campo cuando una mujer da a luz a una niña. La parturienta muere, la niña queda sola, era protegida por los espíritus pasivos del bosque; a falta de parientes, andaba en todas las casas del vecindario y le dieron el nombre de Tundis.

Era víctima del acoso de los niños y del abuso de los adultos. Al ser violada por un grupo de maleantes campesinos, se activan los espíritus, se posesionan en ella y le dan poderes para cobrar venganza con los niños groseros, hombres y mujeres malos.

Momento durante la grabación de la película la tunda grabada en Esmeraldas. Foto Julio Garcés.

Son los poderes que le permite cambiar su rostro por el parecido a la de los parientes de las personas que le hicieron daño y que va a entundar, llevándola a las cuevas de la montaña donde los alimentaba con camarón.

Se dice que los camarones los sacaba del trasero, pero en realidad, los crustáceos se enredaban en larga y negra cabellera cuando se bañaba en el río. Entonces al dar de comer a sus víctimas, los sacaba de las puntas de su cabello, pareciendo que lo sacaba de su trasero.

Hace más de medio siglo la historia de la tunda era creíble para la niñez y para algunos adultos. William Castillo, vive en la parroquia Anchayacu, cantón Eloy Alfaro, norte de la provincia de Esmeraldas.

A su juicio, el analfabetismo de la época daba origen a creer en los seres de la mitología.  Y eso era aprovechado para generar temor en los hijos y tener una mejor crianza basada en la obediencia.

A sus 68 años de edad, asegura que aún hay gente que cree en las leyendas. Recuerda que una amiga de su pueblo le contó hace más de dos décadas, que se le apareció una mujer y se la llevó a la montaña, cuando sus padres se dieron cuenta de su ausencia empezaron la búsqueda con los padrinos e hicieron los rituales para rescatarla. Willian Castillo, cree que los adultos que dan crédito a la tunda padecen de problemas spicológicos.

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